Hacía un frío de cojones pero, a pesar de ello, se veía ambiente por la calle ya que era noche de cenas de empresa, es lo que tiene la Navidad. Gente bien vestida, grupos y corrillos fumando en la puerta del restaurate y pululando de garito en garito. Ellos con traje y corbata, americana y jersey sport o camisa sabadonochera. Ellas con tacón alto y zapato negro, vestidos frioleros, chaquetilla y bolso de fiesta colgando.
Nosotros, desde el coche patrulla, de romanos. Todos nos miran, algunos incluso nos señalan. Mientras los miramos sonreímos, alguno seguro que nos dará trabajo esta noche, a ver si adivino quién será...
- Joder macho, alguno ya se ha puesto fino en la cena. Qué borrachera, colega.
- El vino, el vino. Es lo que tiene. Una copita, otra copita, blaco, tinto, champán...
- Sí y carajillo y copa, bueno copas porque fíjate tú...Hostía aquel que morao lleva.
- Adiós, adiós. Anda que...
La noche continuó tranquila, no hubo sobresaltos, lo típico. Que si algún vecino se queja de los ruidos, que si algún garito se llena hasta arriba, algún conato de pelea, esas cazadoras "perdidas"...Bueno, ya digo, lo típico. El descanso para almorzar vino bien, algún dulce pero sobre todo café calentito, ¡Dios que temple, qué frío! No me gusta expandirme en el almuerzo de la noche porque cuando lo haces, siempre acaba rápido. Llamadita del 112, del vecino o de la F. C. S. del Estado que competa. Pero esa noche no, todo rodaba tranquilo.
Después del punto cero proseguimos la patrulla, ya no se veía a tanta gente. Más bien se notaba que el personal no tenía ganas de pasar frío paseando por las calles en aquella gélida noche de invierno. Eso pensé:
- No se ve meneo ¿eh?
- La peña está chupando en los bares o, a estas horas, sobando.
- O montando, ¿no?
Soltando una carcajada busqué la sonrisa del veterano, sabía que tocando ese tema no fallaría y, efectivamente, así fue. El compañero se rió en voz alta, sin exageraciones pero con esa sonrisa picarona del chiste verde.
- Pocos, seguro que menos de los que te piensan. Si es que ahora la gente está tonta. Ni bailes, ni cachondeo, ni ligoteo.
- Hombre habrá de todo...
- Que va, que va. A chupar como cosacos y punto. Ay...
Circulábamos por una de las principales avenidas, despacito, con la vista puesta en los numerosos locales comerciales de la calle. Aún no me ha tocado eso de pillar in fraganti a unos chorizos en plena faena pero, nunca se sabe y por las noches me gusta estar atento a los comercios, aunque es muy dificil percatarse de que en realidad están dando un palo dentro. Lo hacen muy bien y no te enterás o lo hacen muy rápido y cuando llegas ya se han dado el piro.
Aquella noche tocaba a su fin y había sido tranquila, ya iniciabamos el regreso a la Central cuando al pasar por delante de una entidad bancaria me pareció ver algo, algo que llamó mi atención.
- Espera, espera, espera. Tira p'atrás a ver...Me ha parecido ver algo en ese cajero automático.
- ¿Eh, qué? ¿Que tire p'atrás, hasta el cajero?
- Sí, sí. Me ha parecido ver un...
El compañero reculó marcha atrás con el patrulla y según nos pusimos a la altura del cajero pudimos ver lo que me había parecido. Piernas. Concretamente cuatro y dos de ellas sin ropita.
- ¿Pero qué coño?...
- Sí, exactamente eso- comenté al compañero-. Me parece que de éso se trata...
- Joder pero si están follando en el suelo, ahí mismo. Pero ¿estos de qué van?
No pude hacer otra cosa que reírme, y a la vez pensar en cómo íbamos a darles el toque a los tortolitos, pero no hizo falta. Entre el compañero que se acercó raudo y veloz y ellos que se percataron de la jugada se llegó a una rápida solución. El colega se levantó a duras penas, con el rabo al aire y una borrachera en todo lo alto. Ella, se bajó la falda por su altura normal y no como de cinturón que en ese momento parecía, se arregló la blusa y se peinó los pelos con sus dedos. Cogió al colega por el brazo y se lo llevó mientras él sólo podía hacer gestos de perdón mientras intentaba enlazar dos pasos.
- Anda, tira, tira, que menuda borrachera llevas. Pero ¿no sabéis buscar otro sitio o qué?
Les gritó mi compañero cuando se daban el piro, yo los miraba y me reía.
- ¡Hombre no me jodas! Ponerse en un cajero, había que denunciarlos...
- Déjalos joder, que no los ha visto nadie y han salido por piernas.
- Anda qué, hay que joderse con el personal.
- Venga, vámonos, que ya no nos queda ná.
Montamos y nos dirigimos a central después de otra noche, desde el coche patrulla.
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