Paciencia

El parking público al lado del Ayuntamiento se encontraba a media capacidad, eso sí, los sitios buenos ya estaban ocupados pero no había que buscar para encontrar. En donde pegaba el sol o había que pelearse con diversos elementos del mobiliario urbano se ofrecían apetitosas plazas de aparcamiento en un caluroso lunes de verano, era pronto así que no tardarían en agotarse las plazas. Me di cuenta de que la cosa estaba aún tranquila al dejar el coche patrulla en la reserva de seguridad que reza "Policía Local" y "Ayuntamiento". Nada más aparcar el patrulla observé como una señora se acercaba con su vehículo hacia la zona de reserva, justo delante tenía varias plazas libres pero, no sé por qué extraña razón, aquella conductora había decidido estacionar su coche en la reserva destinada a la Policía Local.

En verdad no dejó de sorprenderme, unpoquitodeporfavor, pensé. Pero es que uno ya está acostumbrao a todo. Bueno, bueno, ¿a ver qué hace esta mujer? Ni corta ni perezosa maniobró con habilidad para colocar su vehículo en dicha reserva mientras, con una mano, gesticulaba rápidamente como diciéndome que no y moviendo a la vez su cabeza. Mientras yo le decía que no con mi mano me encogía de hombros y miraba cómo aparcaba delante de mis morros, en el espacio reservado a la Policía.

-¿Pero señora qué hace? ¿No ve que aquí no puede aparcar? Que es para la Policía-. Le dije, pero su respuesta no fue la esperada, no.

- Ay chico, que es para un momento. No seas así...

-¿Cómo dice?

- Hala chico que es para un rato nada más, un momentico. Siempre estáis igual, qué pesaos...

-¿Perdón? Señora ¿no ve que en esta plaza no puede aparcar? ¿Es que no ve que está reservado para el Ayuntamiento y la Policía?

- Venga, venga, no seas pesado.

Se bajó del vehículo y lo cerró. Me reí por dentro, pensé en el poco respeto que la ciudadanía tiene a los uniformes. ¿Hasta dónde puede llegar el descaro de la gente? Estoy de pie, uniformado, al lado del vehículo policial, estacionado en la reserva para tal uso y llega esta amable ciudadana, ejemplar conductora, y mirándome con desprecio mientras le digo que no puede, aparca cómo y dónde le da la puta gana. Y yo, con cara de gilipollas mirando, intentando ser amable y correcto. Bueno, pasaremos a la segunda fase de actuación. ¡Uy! que se escapa, mira como corre...

-Señora, señora, ¡SE-ÑO-RA!

-Uy, ¿qué pasa?

Será borde, no pregunta la tía jeta. Ya se lo voy a explicar, ya.

-Oigame, no le he dicho ya que no lo puede dejar allí. Pero es que ¿no lo ve o qué?

-Si ya...pero te he dicho que es para un momento. Hay que ver, ¡eh!

-Cómo -no pude aguantarme- precisamente éso digo yo, señora. Hay qué ver; o lo quita usted ...O lo quito yo, señora.

- Bah, bah, venga ya hombre- Dijo mientras movía sus manitas con aspavientos de todo tipo.

- Oiga señora, que no sé de qué se queja. ¡¿Será que no hay sitio?!

Se subió a regañadientes en su coche, lo sacó de la plaza prohibida y tardó un segundo y medio en estacionarlo correctamente en la plaza contigua. Yo no podía dejar de clavar mi mirada en ella mientras veía cómo se perdía aquella víborilla entre las calles del casco. Anda, que pases un buen día, bonita...con la mañana tan maja que hace y cuánto borde suelto ¡coño!, -pensé p'amisadentros-. Y hasta hoy no he parado de pensar ¿por qué cojones aquella mujer quiso aparcar allí y encararse conmigo? No lo entiendo, ¿alguien puede explicármelo? ¿Si hubiera sido un motorista de Tráfico hubiera hecho lo mismo? ¿Qué explicación tiene tal actitud? ¿Por qué no somos educados y cívicos? Simple, ¿no?