viernes, 23 de mayo de 2008

La monja suicida (II, justo debajo está la I)

... Podéis imaginar mi careto. Los ojos saliéndose de sus órbitas; la mirada clavada fijamente en sor suicida; mis dientes apretando fuerte hasta el chirriar para después desencajárse la mandíbula...


-¡Dios! ¿Pero cómo no puede darse cuenta? ¿Pero cómo no me ve o me oye, si llevo todo el circo encendido y a todo trapo?....¡Diosssss!-. Me decía a mí mismo mientras me acercaba hacia el -ya- inminente objetivo a derribar. Por un segundo imaginé el hostión que me iba a meter y el que se iba a llevar Sor Suicida, por no pensar además en lo que venía detrás, a toda leche, esprintando por aquella curva en rasante y del aterrizaje sobre las aceras llenas de público...¡Ayyy, Copón!



Clavé los frenos, con idea. Primero toqué levemente el de atrás pero de forma firme, la moto me culeó un poco. Luego, suavemente, el delantero, con miedo a que se me fuera de delante porque estaba inclinado por la curva. Finalmente, ya bien posicionado, clavada de frenos digna de un Gran Premio. Tiempo de reacción: ¡Ya! Encarado el objetivo tocaba afrontarlo; o no me da tiempo y le pego un gran viaje; o la esquivo cómo pueda y luego ya veremos... Así que allá voy, ¿qué puedo hacer? Pues esquivarla. Enderezo la moto y en plan chicane cambio la moto de orientación, leve inclinada hacia el lado contrario ya que, aunque me gustaría volcarla más, me es imposible girar más allá al llevar la inercia de la curva, ésta no estaba prevista.



En ese preciso instante me doy cuenta de que la monja suicida me ha mirado por el rabillo del ojo, a la remanguillé, y apresura sus pasos hacia la acera cual dibujo animado que acelera en cero coma nada segundos, será...¡Jooooooder!¡Buf! Le he pasado a un milímetro, creo que el retrovisor ha rozado su tocado. ¡Dios! Me cagüen todo lo que se menea... Sor Suicida desaparece entre el público de igual manera que apereció. Como una sombra. Quizá haya sido una señal divina...



Al llegar a meta se me acerca el jefe:

-Qué bien, eh. Con la motito pasándolo bien ¿no?

-Sí Jefe, sí. De maravilla.- Me cagüen todo lo que se menea, pensé. Desde ese día creo que esta señal debe ser obligatoria...

Visto en Cucha que te digo, el blog de Sor Citroen

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajaja, buenisima esta historia

ECO5 dijo...

Saludos jareta, gracias por visitar Desde el coche patrulla.La historia, con mis toques artísticos, es real como la vida misma.

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