Cuando aquella tarde el Jefe nos llamó al despacho ya imaginé por qué sería. Llevábamos varios días comentando los hechos con los compañeros y al final, como siempre, la intuición policial no falló.
-Buenas tardes, señores. Por favor, tomen asiento.- Nos dijo el Jefe al entrar. -Como sabrán últimamente se llevan produciendo una serie de hechos en una concreta dependencia municipal que vamos a tener que investigar.
El compañero y yo cruzamos brevemente nuestras miradas, frunciendo el ceño, continuamos atendiendo en silencio.
-El caso es que esta última semana, no sé si uno sólo o algunos individuos, han entrado en el camposanto municipal de forma poco normal. Han debido saltar el muro porque la puerta principal y las accesorias no presentan fuerza. Y, como sabrán, -nos dijo mientras se ponía sus gafas de cerca y miraba unas fotografías- han realizado distintos tipos de... no sé cómo coño llamar a ésto... -dijo mientras nos entregaba las fotografías- Miren ustedes, miren.
Entonces pude comprobar cómo la sospecha policial se convertía en futura prueba de cargo. En mis manos tenía unas fotos de algo parecido a...
-¡Un ritual, señor!- Exclamó mi compañero. -Parece algo parecido a un ritual religioso. -Concretó.
-¿Religioso? No me haga reír, hombre. Esta mierda no es religión, joder. Esto es una barbaridad, habrase visto en un cementerio... ¡Vamos! Esto se llama profanación y vandalismo. -Apeló el Jefe.
Al ver las fotos tuve claro de qué se trataba. Las muestras evidentes de plumas blancas, rastros de sangre, ceniza de puro y una botella de aguardiente no me dejó lugar a duda.
-Jefe, -argumenté yo- esto es vudú, quizá africano o americano. No parece magia negra o satanismo.
-¿Cómo?
-Sí, mire. Se ve claramente rastros de alcohol quemado, ¿ve? Como pulverizado.
-Sí, ha quemado la hierba.
-Además hay restos de plumas blancas, imagino que de gallina o similar, y su sangre. ¿Ve? Y ceniza, grandes restos de ceniza. Posiblemente de puro.
-¡Coño!, es verdad. -Exclamó nuestro superior mientras se retiraba sus gafas subiéndolas hacia su frente. Después se sentó en el sillón de piel negra, ese sillón que no quiso cambiar cuando el ayuntamiento renovó el mobiliario de las dependencias.
-Bueno, vamos a ver. Como hoy ustedes dos acabarán el turno a las 22 horas pues ya les digo que mientras haya luz diurna se me van a ir al cementerio y, primero, quiero que se les vea bien ¿Entendido?
-Sí, sí. Claro. -Respondimos.
-Bien. Segundo, me van a dar unas vueltecitas por allí a ver si ven algo anormal y, tercero, se me fijen bien en la mierda esta a ver si hay alguna cosa más que podamos saber in situ y me pasan el informe mañana, a primera hora. ¿Estamos?
Asentimos con la cabeza mientras le decíamos que estaba entendido. Pero la cosa no quedó ahí. No. Además de tener que realizar el dichoso informe, cuando la cosa estaba clarita y ya había varios anteriores y doscientas fotos del tema, tener que prolongar la jornada de trabajo por una chorrada así y todas las horas del día, pues, no lo entendía. Pero claro, el ciudadano tenía que vernos y, además, tenía que ser a una hora en la que a lo mejor pescáramos al chalao o chalados de turno.
-Bien, pues pueden retirarse. ¡Ah! pero esperen, hay algo más que tenía que comentarles. Si estoy hablando con ustedes no es porque sean muy guapos o muy listos. Resulta que ustedes acabarán mañana su turno de tarde y comenzarán de noche, así que, les va a tocar realizar la vigilancia nocturna del camposanto desde la primera noche.
-¿Cómo? -Exclamó mi compañero.-¿Me está diciendo que tenemos que vigilar el cementerio toda la noche?
-Pues sí, Sr. Lafuente. Éso le estoy diciendo.
-Pero si dentro casi no se puede patrullar con el coche.
-Pues ya sabe, Lafuente, como cuando usted y yo entramos en esta casa. ¡A pie! -Contestó el Jefe mientras una sonrisa de oreja a oreja se dibujaba en su cara. -Allá a las seis ya es de noche así que si quieren se pasan antes para echar un vistazo y luego van haciendo rondas durante toda la noche. Tranquilos, ya se lo explicaré yo al Oficial del turno. ¿Vale? Pues hasta mañana.
Nos levantamos los dos y salimos del despacho del Jefe con una cara de tontos digna de ver. Mi compañero no tardó en comentar la jugada.
-Tócate los cojones, macho. Esto si que ya es la hostia. ¡Vamos! La rehostia. Así que en pleno invierno nos mandan a vigilar el cementerio por la noche porque unos colgaos o unos críos, vete a saber, se dedican a hacer el gilipollas por allí...
-Bueno Lafu, es normal. La gente enseguida se asusta de estas cosas. Ya lo sabes.
-Hombre, no me toques las pelotas, tío...
-Qué pasa, acaso el que se acojona eres tú ¿o qué?
Yo sabía que a Lafu no le gustaba nada eso de los cementerios, el vudú y demás, pero vacilarle un poquito me divertía. A mi me daba lo mismo, seguro que lo pasaríamos bien.
-Mira chaval, no me cabrees que ya me conoces, eh...
-Vale, vale, tío. Tranqui...
Al final del pasillo accedimos a las dependencias comunes del cuartelillo, allí estaban el resto de compañeros y, sabedores de que veníamos del despacho del Jefe, de lo que había pasado en el cementerio y de nuestros turnos de trabajo, el cachondeo fue inmediato.
-Qué pasa Lafuente, ¿ya tienes faena para la noche?
-Eso, eso, no te vas a aburrir -Se escuchaba entre carcajadas.
-¡Os vais a ir todos a la mierda! -Gritó Lafuente- Cabrones...
-Joder Lafu, parece que has visto un fantasma. -Le gritaron desde atrás mientras abandonábamos las dependencias, y yo pensé: No, aún no. Pero quién sabe...
3 comentarios:
Empieza bien, ¿cómo sigue? ;-)
Creo que os gustará más la segundaparte...XD
Saludos
Estoyt ansiosa por conocer la parte II
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