miércoles, 30 de diciembre de 2009

Feliz Año

Aquel año había sido duro, tenía ganas de que se acabara. Aquel año me tocó el gafe, a veces nos pasa eso y no nos quitamos la mala suerte de encima. Aquel año tuve la desgracia de actuar en un montón de accidentes chungos, con heridos graves y fallecidos. Aquel año me comí suicidios por un tubo. Aquel año asistí a muchas mujeres maltratadas por sus parejas. Aquel año acudí a todos los incendios que hubo. Aquel año incluso hubo tiros.

Aquel año había sido duro y tenía ganas de que se acabara, pero allí estaba, en el coche patrulla. Entonces, poco antes de la última medianoche del año sonó mi teléfono móvil. Fruncí el ceño y pensé "no me suena este número, es de fuera de la provincia...". Contesté.

-¿Si?- Pregunté expectante creyendo acaso que algún amigo, o mejor alguna amiga, de una noche de sábado de verano se acordara de mi. Pero la respuesta fue otra.
-Hola- contestó una voz de mujer suave y delicada -Soy Montse, de Barcelona ¿te acuerdas?

Aquel leve susurro, melodioso y aterciopelado me heló la sangre. Recordé entonces quién era y por un momento me quedé sin palabras, no supe contestar y sólo podía balbucear sonidos inconexos.

-Montse, de Barcelona, la chica que iba...
-Sí, sí Montse, ya te recuerdo- le contesté rápidamente antes de que me siguiera contando cómo la conocí.
-¿Qué tal estás Montse?
-Bien, bueno, imagina... Dentro de lo malo no estoy mal.
-Mmm- asistí complacientemente, mientras continuó hablándome -Y tú ¿qué tal estás?
-Muy bien, la verdad. Todo va bien- le contesté mientras pensaba que para qué le iba a contar a Montse que tenía unas ganas tremendas de que acabara aquel año horribilis y que en vez de estar cenando con la familia o amigos y después irme de juerga, pues estaba dando vueltas por la ciudad dentro del coche patrulla.
-Es que me he acordado de ti y me ha apatecido llamarte. Bueno, para decirte la verdad hace ya tiempo que tenía pensado llamarte esta noche ¿No te importará, verdad?
-¿Eh? No, no, que va Montse.
-Es que te portaste muy bien aquella noche y te debía unas gracias, muchas gracias.- Me dijo con la voz delicada. Entonces la noté emocionada, le temblaba su fina voz. -Muchas gracias por tu servicio, me ayudaste mucho- me dijo.

En ese momento me costó muchísimo articular palabra, no sabía qué decir, el silencio se hizo físico como si una barra de hierro estuviera metiéndose entre nuestros dos teléfonos. Fueron unos segundos eternos. Recordé en un instante toda su historia y supe que Montse también lo estaba recordando en ese mismo momento.

Montse iba de copiloto en un turismo que volvía de vacaciones, en la circunvalación de la ciudad tuvo un accidente al que fuimos, como siempre, los primeros en acudir. El espectáculo era horrible. Su coche estaba a más de 50 metros de la calzada, había quedado boca arriba después de unas cuantas vueltas de tonel. Al llegar allí cruzamos el coche con los rotativos puestos y saltamos la valla hasta llegar al vehículo accidentado, todo lleno de cristales y humo, bueno en realidad no es humo sino polvo, el polvo que levanta la tierra al salirse a toda hostia de la vía asfaltada y llevarse puestas las biondas de acero y las defensas de hormigón. Silencio. Sólo se escuchaba el silencio, como ahora por el teléfono, y esa sensación es horrible. No me gusta nada, la odio.

-Debes saber que me he acordado mucho de ti- me dijo Montse -y de tu compañero también. Hicisteis un gran trabajo-.
-Gracias, Montse, pero no hay porqué. Sólo hicimos lo que debíamos, lo que hacemos siempre.
-No. Sabes que no es así. Me hicisteis mucho bien y es de bien nacido ser agradecido.
-Ya verás como este año que viene te va a ir muy bien, va a ser mejor que éste seguro- le dije inocentemente como si estuviera hablando con cualquiera y no con Montse. Pero es que me había bloqueado. No esperaba esa llamada y menos en Nochevieja.
-Ya- me dijo- sé a qué te refieres- y me sentí mejor al oír aquello- la verdad es que la terapia me está yendo muy bien. ¿Y tú? Espero que te vaya bien.
-Sí, sí, todo bien.
-Oye, te oigo como enlatado...
-Es que voy en coche.
-¿No estarás trabajando?
-Pues sí, ya ves...
-Ángeles, ya tienes bien puesto el nombre, ya...- Me dijo mientras sonreí- Bueno, no te molesto más. Un beso, Ángel.
-No molestas, Montse. Gracias, muchas gracias por llamar, me ha gustado hablar contigo.
-Gracias a ti, hombre.
-Un beso pues, Montse.
-Un beso, Ángel, un beso. Ciao..

Colgué mientras le decía para mí "Adiós, Montse, adiós. Y que tengas suerte en esta puta vida que te ha quitado a tu marido, que parecía joven y sereno, y tus dos niños, tan pequeñitos e inocentes cuando los recogimos inertes de aquel vehículo accidentado". Entonces mi compañero me preguntó.

-¿Quién era macho? Te has quedao cortao.
-Montse. Era Montse.
-¿Montse?
-Sí, ¿te acuerdas de Montse? Ella me ha dado recuerdos para ti.
-Ah, Montse. Sí, cómo no me voy a acordar. Aquello fue jodido.

Entonces sonó de nuevo el teléfono, era Montse.
-Ángel, no te he felicitado el Año Nuevo.
-Es verdad, ni yo a ti.
-Pues Feliz Año, Ángel.
-Feliz Año Montse, Feliz Año.

4 comentarios:

Paco Boiso dijo...

Un segundo te cambia la vida o te la quita, como si nunca hubieras sido.

Feliz Año Eco5, o Ángel.

ECO5 dijo...

Feliz Año Paco, te deseo lo mejor compañero.

PD: Mejor Eco5...

Silviaeny dijo...

Tremenda la historia. Ya no puedo hablar. Me he quedado sin palabras.

ECO5 dijo...

Gracias por pasarte por aquí, Silvia en NY

PRENSA

Esperando Contenido Widget ...