El episodio podría ser el inicio de una historia de espías pero el trasfondo es en realidad mucho más banal. Se trata del descuido imperdonable de una agente de policía que forma parte del servicio de seguridad del ex primer ministro británico TonyBlair. La escolta, unos 30 años- entró en el Starbucks a por el enésimo café de la mañana, pero iba tan apurada que pensó que era mejor hacer antes escala en el baño. Se quitó el cinturón con el arma para orinar. Con tan mala suerte que se le olvidó recogerlo luego.
La pistola estaba cargada pero con el seguro puesto y durante 20 minutos estuvo al alcance de cualquiera que entrara a aliviarse. Por fortuna la descubrió el camarero, pero pudo caer en manos de un niño o de cualquiera de los pandilleros juveniles que aterrorizan a los londinenses.
Según fuentes policiales, la escolta -que volvió una hora después sobre sus pasos al descubrir el descuido- está destrozada por el gazapo. No es de extrañar. La broma le ha costado una suspensión cautelar y un baldón en lo que hasta esta semana era un expediente inmaculado. Con cierto afán corporativista, las colegas de la agente han redoblado sus esfuerzos porque Scotland Yard diseñe unos cinturones de armas de los que las féminas no tengan que despojarse cada vez que quieran ir al baño.
No es la primera vez que el servicio de seguridad de Blair se ve envuelto en una polémica. En otoño del año pasado, cuatro inmigrantes ilegales entraron clandestinamente en el Reino Unido en la caja de un camión que traía el nuevo BMW blindado del exprimer ministro.
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